martes




Asqueada de las palabras “te amo” estudié las probabilidades de crear una expresión nueva que conserve el significado, pero no tengo ni tendré el apoyo social como para que sea válida a menos que considere unirme al fans club de Justin Bieber. En esta ocasión el fin no justifica los medios, así que voy a tener que quedarme con el “te amo” en la lengua, cenizas de lo que podría corresponderse con el sentimiento que se encuentra en mi alma. Solo cenizas, despojos de algo que solía ser tan profundo como el Mar Muerto, tan extenso como el Sahara. No soy la mejor para las metáforas, sólo se me ocurre que si no contara con tu belleza cada madrugada, mi mente divagaría por la Antártida despoblada de mi corazón, como si fuera asalariada, como si el tormento de no tenerte no se semejara a la esclavitud.



Te pido que no me faltes ninguna vez, que obres de escolta en mi vida siendo yo en carne viva hasta un mismo vegetal. Impedida del corazón, volveré a acercarme una y otra vez errando con la misma piedra y cayendo en el mismo penitenciario. Pero no avances si no puedo ser tu guía, descansa en el suelo conmigo, verás que tus labios son mi rehabilitación. Y auténticamente cegados mis oídos, suena tan jocoso pedirte “sé mi lazarillo”, que lo haría con tal de sacarte una sonrisa y poder imaginar tus carcajadas… espontáneas, creativas, tan llenas de vos. Lo que yo quiero como a la nada misma es que no me dejes atrás, es que no mires hacia abajo, es zambullirnos juntos en una laguna de sal y que pintemos de cristales nuestro nombre; y si me preguntas por qué, tengo un depósito de razones. Por ahora solo puedo decirte que “te amo”.